Que Colombia se encuentre en los primeros puestos en desempleo del mundo, según los informes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), es verdaderamente preocupante. Una realidad que hay que cambiar, de manera decidida, teniendo en cuenta las nuevas problemáticas que ha añadido la pandemia mundial, al problema estructural del empleo juvenil en el país, que se viene presentando de tiempo atrás.
Con una tasa de desempleo y ocupación alrededor de 10 puntos porcentuales por encima de la tasa de la población general, los jóvenes han estado en condiciones desfavorables desde mucho antes de la pandemia mundial, situación que se desbordó en el 2020. La dramática caída en las cifras de desempleo juvenil, sumada a la crisis económica y social, que todavía persiste, no le permite a muchos jóvenes visualizar un horizonte próximo de perspectivas laborales.
Las últimas cifras entregadas por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) evidencian una mejoría en agosto, con un registro de 1,9 millones de empleos más, frente al mismo periodo de 2020; es decir, la recuperación del 82,5% de los puestos de trabajo que se habían perdido en ese mes del año pasado. Sin embargo, las cifras de desempleo para los jóvenes continúa en dos dígitos y se mantienen lejos de los niveles de prepandemia, a pesar de que en el trimestre junio-agosto de 2021 la tasa se ubicó en 21,5%, es decir una recuperación de más de 6 puntos frente a 2020 (27,9%).
La discriminación de género que se sigue evidenciando en cuanto a la participación de las mujeres en el mercado laboral, aumenta con las jóvenes, quienes se mantienen en desventaja con 12 puntos por encima de la tasa de desempleo de los jóvenes hombres. Según el DANE, en Colombia 524.000 hombres lograron conseguir un trabajo, mientras que tan solo 390.000 mujeres accedieron a uno, una brecha bastante amplia que agudiza el panorama laboral de esta población.
A pesar de los esfuerzos que en los últimos meses ha realizado el Gobierno Nacional en cabeza del Ministerio del Trabajo, con estrategias como los subsidios donde aporta el 25% de un salario mínimo mensual por cada nuevo puesto de trabajo para jóvenes, lo que ha permitido la creación de más de 70 mil empleos nuevos para personas entre 18 y 28 años, siguen siendo insuficientes las políticas implementadas hasta hoy en la batalla contra la desocupación e informalidad.
La problemática relacionada con el empleo juvenil demanda la adopción de más políticas públicas destinadas a generar nuevas dinámicas de empleo a nivel local y nacional, que permitan mejorar sus oportunidades laborales. Integrar a los jóvenes en el mercado es uno de los principales desafíos que hay que enfrentar, debido a la gran dificultad que se les presenta para acceder al primer empleo. No podemos permitir que la falta de oportunidades siga truncando los sueños de miles de jóvenes que ven cómo pasan los días sin la posibilidad de acceder a un trabajo digno.